En el pasado mes de marzo el Centro CRIMINA para el estudio y prevención de la delincuencia organizó la Jornada online “Usos delictivos de las redes sociales: entre la radicalización y el odio”.
Esta jornada, presentada por la Profesora Contratada Doctora en Derecho Penal Elena Beatriz Fernández Castejón, investigadora de Crímina, reunió a expertos investigadores que compartieron sus últimos descubrimientos con las personas asistentes.
En un primer momento, la doctora Paloma Viejo Otero, investigadora en el laboratorio de “Gobernanza de plataformas, medios y tecnología” en el Centro de Medios, Comunicación e Información (ZeMKI) de la Universidad de Bremen, presentó su ponencia titulada “Gobernando el odio. Plataformas, igualdad y el bienestar de las minorías en Europa”.
Esta brillante investigadora realizó un acercamiento conceptual a la Teoría del Bienestar Social, en la que, según Kayes (1998) el valor que se otorga a cada individuo está relacionado con su capacidad para contribuir a la sociedad. Siendo así, Paloma nos indica que las instituciones deben adaptarse a las contribuciones diversas, porque diversos son los individuos que componen una sociedad.
Así pues, las redes sociales, entendidas como una estructura social, deben asimismo estar preparadas para nutrirse de la aportación de las individualidades diversas. ¿Facilitan las redes sociales la igualdad y la libertad para que todos sus componentes, desde sus distintas individualidades puedan aportar?
Esto lleva a la investigadora a preguntarse si, dado que la diversidad puede llevar a conllevar a la manifestación de discursos de odio entre los integrantes de esta estructura social, se debe regular dichos discursos. En su búsqueda de respuesta, analiza la existencia de distintas perspectivas de regulación, que vienen de la mano de los encargados de esta tarea y que, desde un acercamiento a sus actuaciones, comprueba que difieren en su forma de abordar el problema del discurso del odio.
La investigadora nombra cinco perspectivas distintas de regulación del discurso del odio en redes sociales. Entre ellas podemos encontrar las siguientes: justicia social (como el odio es estructural se debe proteger a grupos históricamente oprimidos); enfoque absolutista (aboga por la libertad de expresión absoluta); enfoque europeo (basando su protección sólo en Europa combina la perspectiva neutral y la vigilancia materialista histórica para evitar auges de corrientes ya conocidas como los nacionalismos o los fascismos); enfoque de seguridad (sin buscar igualdad entre los individuos elimina contenido considerado hostil) y el enfoque neutral (en el que encontramos como máximo representante a Facebook que considera que todos los miembros son libres porque son iguales desde un punto de vista aritmético por lo que pone la seguridad en manos del usuario).
En una segunda ponencia, la doctora Sandra Chiclana de la Fuente, jefa del Servicio de Programas Específicos de Tratamiento de la Dirección General de Ejecución Penal y Reinserción Social (Secretaría General de Instituciones Penitenciarias) nos ofreció el resultado de sus investigaciones bajo el título “Redes Sociales, captación terrorista y radicalización femenina”.
En su estudio presenta las estrategias que los movimientos yihadistas utilizan para reclutar adeptos a su causa y que, según Trujillo (2020) serían las siguientes: captación del individuo en entornos críticos, en un momento en el que el futuro recluta se encuentra sometido por alineación anímica, para proceder a adoctrinarle y realizar en él un proceso de desinhibición violenta que le legitimará en el futuro para el uso de la violencia en la que será debidamente entrenado con el necesario apoyo logístico.
Esta búsqueda de adeptos se suele realizar, según la doctora, entre jóvenes inmaduros, que buscan nuevas experiencias, con ciertas tendencias antisociales que son vulnerables al control emocional de sus reclutadores.
Una vez que el reclutador identifica a su objetivo, le apoyan en sus creencias y motivaciones, incluyendo en las conversaciones material que va añadiendo contenido radical. De esta forma, el joven se va sintiendo integrado en un grupo más grande del que se siente parte, perdiendo parte de su identidad personal, fusionándose con la identidad del grupo. Desde un punto de vista individual, su pertenencia al grupo le genera una subida de autoestima, le otorga respuesta a una posible búsqueda de significado vital mientras que, desde el punto de vista grupal, le genera el sentimiento de protección, de integración y de resiliencia colectiva.
La investigadora aporta un estudio propio realizado sobre 31 mujeres reclusas condenadas por sus actividades relacionadas con la yihad. En su mayoría eran mujeres de nacionalidad española que realizaban labores de captación a través de las redes sociales. Su edad media rondaba los 31 años que, a su vez, habían sido radicalizadas a través de las redes sociales.
Mediante diversas encuestas, se pudo saber que, en su mayoría, profesaban la religión musulmana, que se encontraban en régimen de aislamiento para evitar futuros adoctrinamientos entre las reclusas y que muchas de ellas deseaban acudir personalmente a las zonas de conflicto armado relacionados con la lucha yihadista. En cuanto a su situación en prisión, se pudo averiguar que muchas de ellas estaban en prisión como medida preventiva, por encima del grupo que se encontraba en situación de condena y afrontan sus situaciones con buena conducta. Según los resultados de la investigación se vislumbra que tienen un perfil parecido. Son mujeres que le dan una gran importancia a los asuntos relacionados con la familia, cuentan con baja autoestima y fueron reclutadas en momentos en los que atravesaban situaciones complicadas o puntos vitales de inflexión. Una vez han salido de la situación de adoctrinamiento, se encuentra que ha reducido su sentimiento de integración con el grupo, con la comunidad musulmana y con su religión dando lugar a una percepción negativa del grupo al que pertenecían.
Como conclusión, la investigadora apunta que las redes sociales tienen un difícil control respecto a la información que vuelcan por la estructura que estas poseen. Siendo así, propone que la ciudadanía esté presente en estas redes sociales con la pretensión de contrarrestar actitudes antisociales con valores prosociales y educación, sobre todo, de los más jóvenes.
Por último, tuvimos acceso durante la jornada, a las investigaciones que Marçal Mora Cantallops realizó con relación a las comunidades digitales. Su ponencia, titulada “Investigando redes sociales y comunidades digitales. Caso práctico: foros de retrogaming” gira alrededor de la información que se puede obtener mediante el análisis de las comunidades web basadas en el intercambio de información que realizan los usuarios a través de los foros.
En estos foros encontramos interacciones intensivas relacionadas con temas muy específicos y en los que, normalmente, se realiza un intercambio público (aunque también privado) de información organizándolo en temas y subtemas.
Estas comunidades, a diferencia de las redes sociales tales como Facebook, Instagram o Twitter, están más claramente organizadas por lo que la extracción de información es más fácil por parte de las personas que las investigan. Además, son altamente dinámicas, crecen y cambian con el tiempo, motivo por el cual, sumado a la estructura propia de los foros que las componen, se requiere de un estudio profundo para su comprensión y entendimiento.
Marçal propone el diseño de una metodología propia adecuada a la idiosincrasia de las comunidades con el fin de analizar estas redes. Esta metodología se apoya en el uso de técnicas de tratamiento del lenguaje natural con los siguientes objetivos: averiguar qué usuarios, son sus aportaciones, son más relevantes en una comunidad concreta; analizar qué comunidades, que forman foros, están unidas por determinadas temáticas; saber cuáles son los temas más populares y, además, dar respuesta técnica los retos que presentan las redes masivas de aquellos foros que tienen mayor tamaño.
Un ejemplo de la gran utilidad que tiene el estudio de los contenidos volcados en estas comunidades viene de la mano del autor Abdulla que, en el año 2007, realizó una investigación analítica sobre comunidades eminentemente árabes con relación a los ataques sufridos en la ciudad de Nueva York en año 2001 en el que fueron atacadas las Torres Gemelas. Mediante este estudio Abdulla pudo descubrir que la mayoría de los comentarios publicados rechazaban los ataques, en contra de lo que se creía desde la opinión pública.
Con este y otros ejemplos, Marçal nos ilustra sobre las ventajas e inconvenientes que podemos encontrar en la realización de este tipo de estudios. Partiendo de la base de que no hay metodología unificada que poder aplicar de forma general, lo que genera dificultad a la hora de comparar estos estudios, nos explica que son importantes porque encontramos material abundante sobre el que trabajar que nos va a proporcionar información, mayoritariamente sincera, que puede ser reproducida. Si bien es cierto, que podremos encontrar algunas desventajas como la dificultad de encontrar determinados datos cuando las comunicaciones se vuelven privadas, la poca representatividad que podremos encontrar entre los usuarios de estas comunidades de la sociedad general y que la sinceridad y la libertad que puede dar el anonimato, pueden llevar a radicalizar un discurso que, realmente, no tienen las personas que los emiten.